La economía, epicentro del agitado 2012 en Estados Unidos

La economía se ha erigido como el principal caballo de batalla político del año en Estados Unidos, incluidas las elecciones presidenciales, y concluye con un nuevo drama por resolver en torno al temido "precipicio fiscal".

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Toda la campaña electoral que enfrentó al candidato republicano Mitt Romney y al demócrata y final vencedor Barack Obama estuvo marcada por la fragilidad de la economía estadounidense.

Toda la campaña electoral que enfrentó al candidato republicano Mitt Romney y al demócrata y final vencedor Barack Obama estuvo marcada por la fragilidad de la economía estadounidense, que ha mostrado dificultad para retomar la senda de un crecimiento sostenible desde el estallido de la crisis financiera en 2008.

Y como eje central, la elevada tasa de desempleo, que inició el año en un 8.3 por ciento y que solo ha logrado descender de manera paulatina hasta el 7.7 por ciento registrado en el último dato de noviembre.

"Son niveles de desempleo que no se veían desde comienzos de la década de 1990. Por eso la economía ha sido el principal tema de discusión", indicó a Efe Bill Cline, exfuncionario del Tesoro e investigador del Peterson Institute.

Ambos candidatos subrayaron durante todo el año el contraste entre sus "dos visiones económicas" y sus contrapuestas recetas para la revitalización.

Romney trató de aprovechar su exitoso historial como empresario para defender al sector privado y presentarse como un gestor mejor y más eficiente, mientras criticaba el excesivo peso económico otorgado por Obama al gobierno federal.

Por su parte, el presidente defendió sus medidas en medio de "la mayor crisis desde la Gran Depresión", que considera alimentada por las políticas republicanas previas a su llegada a la Casa Blanca, e insistió en la importancia de proteger a los ciudadanos de los desmanes de Wall Street.

Los republicanos aprovecharon, además, la aguda crisis europea para acusar a Obama de tratar de imitar el modelo de bienestar del otro lado del Atlántico y fomentar la dependencia de los ciudadanos del gobierno federal.

Durante el toma y daca electoral, cada dato de desempleo mensual se convirtió en un acontecimiento de hondo calado que movió la batalla, y las encuestas, en uno u otro sentido.

Asimismo, las reuniones de la Reserva Federal (Fed), el banco central estadounidense, y las declaraciones de su presidente, Ben Bernanke, eran observadas con lupa para tratar de hallar indicios sobre nuevos paquetes de estímulo monetario.

En septiembre, la Fed anunciaba una tercera ronda de inyección de liquidez en respuesta a la "preocupante" situación de la tasa de desempleo en Estados Unidos y a las "inciertas" perspectivas económicas.

De este modo, el banco central iniciaba un programa de compra de títulos respaldados por hipotecas por valor de 40.000 millones de dólares al mes sin fecha límite, que se sumaba a la "Operación Twist" ya en marcha de canje de bonos de corto por largo plazo.

Además, prolongaba su compromiso de mantener los tipos de interés de referencia "a niveles excepcionalmente bajos" de entre el 0 por ciento y el 0.25 por ciento hasta "al menos mediados de 2015".

Romney salió rápidamente al paso para criticar las medidas monetarias expansivas de la Fed, como caldo de cultivo de presiones inflacionarias, y señaló que de alcanzar la presidencia propondría sustituir a Bernanke al frente del organismo emisor.

Tras la victoria de Obama en noviembre, sin embargo el drama económico no concluyó, sino que se trasladó a un nuevo ámbito: el "precipicio fiscal".

Así es como se conoce a la abrupta combinación de recortes de gasto y subida de impuestos acordada por el Congreso en Estados Unidos en agosto de 2011 y diseñada como mecanismo de presión para forzar a un acuerdo en torno a un plan de reducción del abultado déficit presupuestario del país.

Los economistas ya han advertido que de aplicarse este "precipicio fiscal" la economía de Estados Unidos volvería a entrar en recesión en el primer semestre de 2013, con los consiguientes efectos a escala global.

Pese a las buenas palabras, el choque de nuevo entre republicanos y demócratas ha sido frontal desde noviembre, y la fecha límite de comienzos de enero de 2013 marcada para el comienzo de este "precipicio fiscal" se aproxima sin que ambos partidos sean capaces de alcanzar un acuerdo.

En el centro de la discusión, la subida de impuestos para las rentas más altas, elemento considerado imprescindible para Obama, y al que los republicanos se oponen porque atenta contra los que consideran "creadores de empleos".

Otro capítulo más del agitado curso económico en Estados Unidos que amenaza con un final de año de infarto.