China y Rusia toman posiciones con la mirada puesta en Afganistán

China y Rusia culminaron hoy maniobras militares conjuntas para mandar una señal de fuerza en plena crisis en Afganistán, donde los talibanes continúan su avance bajo la atenta mirada de Pekín, cuya prioridad es, según los expertos, blindar la zona para evitar un resurgimiento del extremismo uigur.

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Hasta 10,000 tropas participaron esta semana en ejercicios "antiterroristas" encaminados a demostrar la "determinación" de los dos ejércitos para afrontar "la cambiante situación de seguridad" en Asia Central, según un comunicado de la cartera china de Defensa.

Ha destacado la presencia, por parte china, de cazas J-20, bombarderos H-6K y aviones militares de transporte Y-20, entre otros, además de vehículos blindados y los novedosos misiles HQ-17, capaces de derribar "todo tipo de amenazas" que entren en su perímetro de defensa.

China busca evitar verse afectado por las hostilidades en Afganistán, país con el que comparte unos 60 kilómetros de frontera en la región noroccidental de Xinjiang, zona mayoritariamente de etnia uigur en la que durante las últimas décadas se han registrado ataques de distinta índole, incluidos atentados terroristas.

Algunos de ellos fueron alentados por grupos formados por uigures huidos de Xinjiang: según un informe de 2020 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, "en Afganistán se sigue registrando actividad del Movimiento por la Independencia del Turquestán Oriental (EMIT) y de otras fuerzas terroristas procedentes de China, Pakistán, Tayikistán y Uzbekistán".

Entre ellos habría unos 300 combatientes guarecidos en la fronteriza provincia afgana de Badakshan, indica el informe.

"A China le preocupa que Afganistán pueda irradiar inestabilidad y que se convierta en un santuario para el Movimiento por la Independencia del Turquestán Oriental (EMIT) uigur. Es por ello que mantiene un vinculo estratégico con Pakistán, país capaz de influir en los actos de los talibanes", explica a Efe el investigador Nicolás de Pedro, del londinense Institute for Statecraft.

Islamabad, por su parte, ha mostrado siempre su apoyo a Pekín en relación con Xinjiang, región en la que organizaciones defensoras de los derechos humanos han denunciado la existencia de internamientos forzosos, torturas y esterilizaciones de uigures, algo que Pekín niega.

CHINA, EN CONTACTO CON LOS TALIBANES

Semanas antes de que los talibanes iniciaran su última ofensiva -hoy se hicieron con Kandahar, la segunda ciudad afgana más importante, y controlan ya quince capitales regionales del país-, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, se reunió con una delegación liderada por el mulá Abdul Ghani Baradar en busca de un pacto de no agresión, según el investigador español.

Wang dijo entonces que la "apresurada" retirada de Afganistán de las tropas estadounidenses y de la OTAN -iniciada el 1 de mayo- es un "fracaso", pero también "brinda una importante oportunidad para que el pueblo afgano pueda estabilizar y desarrollar su país".

Aunque Pekín afirma que quiere jugar un "papel activo" en la crisis, sin dar demasiados detalles, "teme que si los talibanes se hacen con el poder inicien una represión que provoque oleadas masivas de refugiados, algo que molestaría a los países vecinos", asegura De Pedro.

Entretanto, la comunidad internacional trata de presionar a los talibanes para que se sienten a negociar, y esta semana se han mantenido conversaciones en la capital qatarí de Doha a las que también acudió el representante chino para Afganistán, Yue Xiaoyong.

El diplomático declaró a la cadena CCTV que "todas las partes están de acuerdo en que solo puede haber una solución política y en que se debe respetar la soberanía de Afganistán".

REEQUILIBRAR ASIA CENTRAL

Por otra parte, las maniobras militares entre Pekín y Moscú, "cada vez más complejas y sofisticadas, incluyendo Inteligencia", apunta De Pedro, buscan también demostrar su capacidad de "trabajar juntos" y de "equilibrar el poder global".

"China quiere mostrar que su modelo tiene éxito allá donde Estados Unidos fracasa, algo que se traducirá en el futuro en inversiones en Afganistán", asevera.

La narrativa china de estos días va en este sentido: "EE. UU. tiene una responsabilidad ineludible en lo que está pasando", comenta a Efe el académico Qian Feng, director del departamento de investigación del Instituto Nacional de Estrategia de la Universidad de Tsinghua.

El académico incide en que "la cuestión afgana no se puede resolver por la fuerza", y que "dependerá de las diferentes facciones políticas y de los esfuerzos internacionales que Afganistán se convierta finalmente en un país estable".

"China hará todo lo posible por transformar a los talibanes en una fuerza política moderada", adelanta.

Qian cree que si el conflicto se alarga, también lo hará "el peligro de que el terrorismo o el tráfico de drogas se extienda", algo que amenazaría, dice, a los proyectos de inversiones de las Nuevas Rutas de la Seda con los que China busca maximizar su influencia en diferentes puntos del mundo, entre ellos Asia Central.