Se trata de una extraña coyuntura para el pequeño país centroamericano de 4,8 millones de habitantes y 51.100 kilómetros cuadrados, y considerada una democracia ejemplar en América Latina, ya que Araya sigue inscrito en la papeleta, pues por ley no puede retirarse del proceso.
Solís, un disidente del gobernante Partido Liberación Nacional (PLN), quedó prácticamente con el camino allanado hacia la silla presidencial pocos días después de que concluyese la primera ronda del 2 de febrero, cuando Araya, del PLN, desistió de seguir en la lucha debido a las pocas posibilidades que le daban las encuestas.
No obstante, el virtual nuevo presidente costarricense, un historiador y académico de 56 años, no bajó la guardia para evitar cualquier sorpresa este domingo y en el último mes lanzó una agresiva cruzada en busca de la mayor cantidad de votos posibles.
Solís llamó a sus partidarios a no bajar la guardia y mantenerse en alerta como si tuviera a su oponente en condiciones totales de lucha. "Hay que obtener un millón de votos", insistía hasta este viernes el candidato opositor, un centrista que en la primera ronda recibió poco más de 600.000 sufragios.
El temor de Solís es que se registre un fuerte abstencionismo, que el 2 de febrero superó el 30 por ciento. "Una masiva votación le daría mayor imagen de legitimidad a su gobierno", dijo un portavoz del aspirante opositor.
En la primera ronda Solís ocupó el primer lugar con 30.8 por ciento de los votos, contra 29.64 por ciento de Araya. Pero ninguno obtuvo el mínimo del 40 por ciento que exige la Constitución costarricense para ser proclamado vencedor.
Araya desistió de proseguir en la contienda luego de que varias encuestas revelaron que estaría lejos de vencer a Solís en la segunda vuelta, a unos 40 puntos porcentuales.