El arte de saber dónde y qué duele, una terapéutica aproximación de Amalia Andrade

Amalia Andrade no sabía cómo mostrarle a su psicóloga dónde le dolía, qué sentía o cómo lo sentía; y acabó escribiendo un libro "sobre las emociones, los afectos y todas esas cosas" en el que reivindica una aproximación completamente radical a lo que sentimos y nuestra salud mental y defiende que "está bien estar mal".

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Fotografía cedida este jueves, 5 de octubre, por el Grupo Editorial Planeta en la que se registró a la escritora Amalia Andrade, en Bogotá (Colombia). EFE/Grupo Planeta

"Escribo este libro para darme el permiso de sentir", cuenta a sus lectores Andrade (Cali, Colombia, 1985), en "No sé cómo mostrar dónde me duele (Planeta), en el que se fusionan diferentes niveles de texto como fotos, muchos colores, ilustraciones y una narrativa del yo que viene acompañada de todo lo que aprendió la autora durante cuatro años acerca de las emociones.

Periodista, ilustradora, actriz y adivina, además de fenómeno viral en redes, Andrade ya ha vendido más de 400,000 ejemplares de sus libros, y su nueva obra es una terapia para ella y para quien la lee: "Fue un libro muy catártico", cuenta en una entrevista con EFE.

Andrade dudó "mucho" sobre si hacer el libro o no, de hecho, la primera frase es que no quería escribir. "Sentía que me habían pasado tantas cosas tan difíciles, fueron años tan difíciles en los que me sentí tan despojada de todo lo que yo creía", pero finalmente se materializó.

Repensar un lenguaje guerrerista

Las emociones y la manera en la que entendemos el mundo "están muy de la mano del lenguaje", y es "curioso que usemos un lenguaje tan bélico para hablar de algo tan delicado como la salud mental: peleamos, damos batalla" contra lo que sentimos, explica Andrade.

"Esos términos hay que repensarlos porque lo ponen a uno en un espacio semántico en sí mismo muy devastador, las guerras son muy duras", sobre todo "en términos de perder; uno sí siente que pierde cuando tiene depresión o no logra ser 'x' o 'y'. Se siente muy horrible, se siente uno muy abatido".

Por eso, aboga por un lenguaje "más compasivo", por ejemplo, en términos de navegación, "sería más bonito navegar la salud mental".

Este libro llega en la era de la sobreinformación sobre salud mental, y aunque vivimos un "momento privilegiado", no tenemos las herramientas para integrar toda la información que circula en redes sociales, y ahí es donde entra el arte en la visión de la caleña.

"El arte es fundamental porque hace que se toquen otras fibras, que se entre en otros planos", añade.

Las emociones son "un tema muy difícil, el solo hecho de entender la emoción en sí misma es muy complejo", y en el que confluyen muchas cosas, como la sociedad en la que vivimos, el sistema económico o el patriarcado, relata la autora.

Betty la Fea y Shakira

Y mientras el lector navega en todas estas emociones y descubrimientos sobre la salud mental se encuentra con personas tan icónicas de la cultura pop, y tan colombianos, como Betty la Fea o Shakira (de hecho los capítulos llevan por nombre frases de canciones de la colombiana).

Andrade recuerda su "pequeña obsesión" con la escritora estadounidense Susan Sontag y su discurso sobre la diferencia entre la alta y baja cultura: "Nietzsche se supone que es alta cultura y The Who es baja cultura, pero yo creo que se retroalimentan, escuchar The Who hace que uno entienda el mundo mejor o tenga mejores herramientas para cuestionarse la vida así como también lo puede hacer Nietzsche".

"Este tema es pesado, entonces hay que reírse un poquito también", agrega la escritora.

Andrade deja una pequeña guía para mejorar nuestra relación con las emociones y la salud mental.

La primera es entender que no existen emociones buenas y malas ("esa es la trampa más grande"), que el dolor está bien así como la felicidad está bien.

En segundo lugar, dejar de pensar la emocionalidad como un campo meramente femenino y por ende como algo fallido, y finalmente, abrir y expandir el diccionario de nuestros afectos (que ahora es muy limitado).

Y su libro deja una enseñanza: "Está bien estar mal".