EU intenta sanar las heridas de la segregación, 50 años después de la histórica marcha

Medio siglo después de la histórica "Marcha en Washington" que dio ímpetu al movimiento de los derechos civiles liderado por Martin Luther King Jr., Estados Unidos intenta sanar las heridas de la segregación y la exclusión social de las minorías.

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Martin Luther King Jr con su esposa Coretta y sus cuatro hijos, Yolanda Denise, Martin Luther III, Dexter Scott y Bernice Albertine.

La "Marcha por Trabajos y Libertad", el 28 de agosto de 1963, congregó en Washington a más de 250,000 manifestantes frente al monumento a Lincoln, el presidente que emancipó a los esclavos y cuyo decreto, en las propias palabras de King entonces, puso fin "a la larga noche de cautiverio" de los negros en Estados Unidos.

Pero, cien años después la "Proclamación de Emancipación", las leyes "Jim Crow" adoptadas entre 1876 y 1965 en el sur del país dieron licencia a la segregación, el racismo, y los linchamientos de los afroamericanos, creando un sistema de apartheid que buscaba asfixiarlos.

En su discurso "Tengo un Sueño", que puso colofón a la marcha, King cristalizó esa campaña de opresión con ejemplos cotidianos de los "indecibles horrores de la brutalidad policial", la relegación a "guetos", la privación de servicios, educación y el derecho al voto, y el perenne recordatorio en letreros públicos que rezaban "Para blancos solamente".

En una entrevista con Efe, Gwen Fuller y Harry Klugel, dos activistas que militaron con King y ahora miembros de la Asociación Nacional de Educación (NEA), dijeron que la marcha y el discurso dejaron una huella indeleble que moldeó sus vidas.

"Esas memorias me acompañan hasta el día de hoy; lo recuerdo como un día lleno de amor, fe y esperanza. Fue un día de mucho orgullo y me sentí más fortalecida que nunca al ver a tanta gente de todas partes apoyando una idea, la urgencia del cambio", dijo Fuller, de 69 años.

"Allí había políticos, estrellas de cine, músicos y ciudadanos de a pie. Los detractores decían que habría violencia y desorden pero nada más lejos de la verdad: hubo un ambiente de amor", agregó.

Para Fuller, si bien la elección de Barack Obama como primer presidente negro en la historia de Estados Unidos es fruto del movimiento de los años 60, aún queda mucho por hacer para potenciar el avance de las minorías.

"A veces me entristece ver la falta de progreso de la comunidad negra en tantas áreas, pero no soy ingenua y nunca creí, dados los problemas que heredó, que el presidente Obama vendría con una varita mágica a borrar nuestras penas. Creo que está trabajando duro para apoyar a la comunidad negra y que los cambios que ha puesto en marcha conducirán a grandes avances en el tiempo", subrayó.

Klugel también recuerda la marcha que lideró King en 1965 desde Selma a Montgomery, en Alabama, en la que, al igual que en la de Washington, los alentó a no claudicar.

"Crecí en el sur en una comunidad y escuelas segregadas. Fue difícil romper con eso y aunque la (universidad) Duke estaba aún segregada cuando estudié allí, tuve profesores y compañeros que me ayudaron", señaló Klugel, de 72 años.

Según Klugel, una lección que extrajo de King es que el movimiento "es parte de un movimiento mayor por los derechos humanos" y que la lucha por la igualdad de los homosexuales y de los inmigrantes a través de los años "son parte de esa moralidad que él predicaba".

"Son movimientos multigeneracionales y están relacionados a una meta mayor. Creo que tenemos que seguir en esta lucha a largo plazo", subrayó.

Héroes anónimos y ahora maestros jubilados, tanto Fuller como Klugel vivieron en carne propia la segregación institucionalizada que les dejó cicatrices.

"Pero esos sentimientos negativos dieron paso a una fortaleza interior y a un cambio positivo. El apoyo de la familia, de la comunidad y de la iglesia crearon un ambiente de esperanza para seguir luchando", enfatizó Fuller.

Aunque pocos lo creyesen entonces -el discurso de King no acaparó primera plana en el "Washington Post"- la marcha contribuyó a que el presidente Lyndon B.

Johnson promulgase la Ley de Derechos Civiles de 1964 que prohibió la segregación y discriminación racial.

Con muchos logros a su favor, aún entrado el siglo XXI los negros afrontan trabas para su ascenso social, con altas tasas de desempleo, pobreza, encarcelamiento y drogadicción, y desigualdad en el acceso a la educación y los servicios de salud y la vivienda.

No sorprende que las celebraciones en Washington, que arrancarán el próximo miércoles con un servicio religioso en la Iglesia Bautista Mt. Airy, tendrán como hilo conductor el lema de "Trabajos, Justicia y Libertad".

Para Fuller y Klugel, la conmemoración de la marcha de 1963 les servirá no solo para mirar atrás y revivir un momento definitorio en la historia de Estados Unidos, sino también para encontrar inspiración en la continua lucha por la justicia social. (EFE)