"El mundo está en peligro y paralizado", dijo Guterres a los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en Nueva York, a quienes exigió cooperación y medidas urgentes para atajar los efectos de las guerras, contra la crisis alimentaria y ante el cambio climático.
El jefe de Naciones Unidas insistió en que los grandes desafíos mundiales no pueden resolverse en solitario o con alianzas de países, sino que es necesaria una gran "coalición mundial".
"Tenemos un invierno de descontento global en el horizonte. Hay una intensa crisis de costo de la vida. La confianza se está desmoronando. Las desigualdades están explotando. Nuestro planeta se está quemando. La gente está sufriendo y los más vulnerables son los que más", avisó.
En un largo discurso, Guterres tocó todos los grandes asuntos de la actualidad internacional, empezando por una crisis alimentaria agravada por la guerra en Ucrania y que amenaza con desencadenar grandes hambrunas en varios países.
En ese sentido, subrayó la necesidad de arreglar los problemas con el suministro de fertilizantes, para lo que la ONU está tratando de facilitar las exportaciones desde Rusia, unas exportaciones que no son objeto de sanciones internacionales pero se han visto mermadas desde el inicio del conflicto.
"Este año el mundo tiene suficiente comida, el problema es la distribución. Pero si no se estabiliza el mercado de los fertilizantes, el año que viene el problema puede ser el suministro de alimentos en sí", alertó.
Sobre la guerra en Ucrania, Guterres denunció que la invasión rusa ha desencadenado una "destrucción generalizada con violaciones masivas de los derechos humanos y la ley humanitaria internacional", se ha cobrado miles de vidas, ha desplazado a millones de personas y está afectando a miles de millones en todo el mundo.
Además, recordó, el conflicto está agravando la fractura internacional y hoy hay "inmensos peligros para la paz y seguridad globales" y un "ruido de sables nucleares" que no hace más que agravar la inestabilidad.
"No hay cooperación. No hay diálogo. No hay resolución colectiva de problemas", lamentó, urgiendo a crear nuevos mecanismos para resolver esta división.
Guterres abordó también la crisis económica y los efectos de la inflación galopante, sobre todo en los países más vulnerables.
"Unos 94 países -hogar de 1,600 millones de personas, sobre todo en África- se enfrentan a una tormenta perfecta: las consecuencias económicas y sociales de la pandemia, el aumento de los precios de alimentos y energía, una carga de deuda demoledora, una inflación vertiginosa y falta de acceso a financiación", señaló.
En respuesta, reclamó al G20 -el grupo que reúne a las economías más poderosas- un gran paquete de estímulo para aliviar esta crisis y rescatar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El discurso de Guterres dio el pistoletazo de salida a la Asamblea General de la ONU, ante la que intervendrán a lo largo de esta semana unos 150 jefes de Estado y de Gobierno.