La crisis en Irak, una prueba de resistencia para los países vecinos

El conflicto en Irak y el avance de la milicia islamista sunita Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) debilita día a día al gobierno central en Bagdad y amenaza con convertirse en un problema regional. Los analistas temen una división del país, con efectos devastadores para la región.

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Turquía: Este país miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) observa con preocupación la situación al otro lado de la frontera, donde extremistas del ISIS tienen en su poder a al menos 80 ciudadanos turcos. Un Kurdistán independiente en Irak después de una eventual división del país podría dar un nuevo impulso a las demandas de la minoría kurda en Turquía. Sin embargo, círculos del gobierno turco señalan que Ankara ya no rechaza de plano el derecho de autodeterminación de los kurdos iraquíes, pues podría serle de ayuda una zona tapón kurda estable entre su país y los extremistas sunitas en Irak.

Irán: El gobierno de Teherán dijo en varias ocasiones que considera la seguridad de Irak como la suya propia. Y es que los dos países tienen una frontera compartida de 1.450 kilómetros difícil de proteger. Además, Irán es de mayoría chiita, por lo que su población no es muy querida entre los pueblos sunitas, y en particular entre los islamistas sunitas. Al mismo tiempo, tras años de aislamiento, Teherán tiene ahora la gran oportunidad de tener peso político en la región.

Siria: Cuanto más fortalecen los yihadistas su posición de poder en las zonas habitadas por sunitas en el norte y oeste de Irak, mayor es también su fuerza también en Siria. Es que en su avance hacia la capital Bagdad, los combatientes del ISIS se hicieron con gran equipamiento bélico. A través de los puestos fronterizos ocupados las armas llegan rápido a Siria. El presidente Bashar al Assad tiene así un rival cada vez mejor equipado. ISIS también es un problema para la oposición en el país, porque los yihadistas no toleran otros opositores al régimen o milicias kurdas en las regiones bajo su control.

Arabia Saudí: El reino petrolero niega las acusaciones de ser uno de los principales respaldos del ISIS. Pero Riad, sunita, lleva a cabo en Siria una guerra sustituta contra el Irán chiita, al financiar y proveer armas a los rebeldes en su lucha contra Al Assad y ello beneficia al ISIS, que desde allí inició de nuevo el avance en Irak. Pero al mismo tiempo, Riad no quiere tener yihadistas en su propio país. El rey Abdulá decretó hace meses que los saudíes que participan en conflictos armados en el extranjero y regresan al país serán condenados a entre tres y 20 años de prisión. La relación entre Riad y el gobierno en Bagdad, dominado por los chiitas, es fría. Arabia Saudí acusa al primer ministro Nuri al Maliki de sectarismo.

Jordania: El reino hachemita está seriamente amenazado por el avance de las milicias del ISIS y una división de Irak empeoraría aún más la situación. Tras la noticia sobre la toma de un importante puesto en el límite entre Irak y Jordania por parte de los yihadistas, Ammán concentró a sus tropas a lo largo de la frontera común de 180 kilómetros. Jordania atraviesa una crisis económica y política. La llegada de más de un millón de refugiados sirios aumentó la tensión en el país.