"Invertir en las niñas es una decisión correcta y a la vez inteligente, que puede tener poderosas repercusiones en todas las esferas del desarrollo e incluso en las generaciones futuras", dijo Ban Ki-moon.
No obstante, señaló que para lograr una inversión adecuada en las niñas, se requiere también reunir los datos necesarios, porque al no tenerlos nunca se sabrá si los países están cumpliendo lo que prometieron al acordar la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, es decir dar a las niñas una educación y unos servicios de salud de calidad.
"Lo que no se puede medir no se puede gestionar. Tenemos que asegurarnos de que nuestras iniciativas están llegando a todas las niñas: las niñas que viven en la pobreza extrema; las niñas de las zonas rurales aisladas; las niñas con discapacidad; las niñas de las comunidades indígenas; las niñas refugiadas o las que han sido desplazadas dentro de sus propios países", comentó.
"Los datos oportunos y de alta calidad son vitales para saber en qué ámbitos estamos cumpliendo nuestras promesas y en qué ámbitos nos estamos quedando rezagados", agregó.
En la Agenda 2030, las naciones se comprometieron a poner fin a la discriminación y la violencia contra las niñas y a eliminar las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil. Prometimos que nadie se quedaría atrás.
Sin embargo, dijo Ban, con harta frecuencia, en las aldeas, los barrios marginales y los campamentos de refugiados de todo el mundo, las niñas se quedan atrás.
No reciben alimentos nutritivos ni atención médica ni una educación de calidad y se ven expuestas a la violencia sexual, advirtió.
"Trabajemos todos con ahínco para contar a todas las niñas, porque todas las niñas cuentan", concluyó.