El impuesto debía haber comenzado a aplicarse a principios de este año. Para los vuelos comunitarios ya existe una tasa climática, en la que las aerolíneas tienen que demostrar sus derechos de emisión de CO2 y, si es necesario, comprarlos.
Los planes para aplicar el sistema a los vuelos internacionales chocaron con un fuerte rechazo, entre otros, por parte de Estados Unidos y Rusia.