Macron retrasa su entrada en campaña asentado en una confortable ventaja

El presidente francés, Emmanuel Macron, retrasa el anuncio oficial de su candidatura a la reelección, asentado en una posición confortable en los sondeos, una estrategia que le vale las críticas de sus rivales.

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EFE/EPA/LUDOVIC MARIN / POOL/Archivo

Nadie duda que la papeleta de Macron estará en los despachos de voto en la primera vuelta del próximo 10 de abril y su nombre figura como favorito para ganar quince días más tarde la segunda y revalidar cinco años su estancia en el Elíseo.

Su equipo ha comenzado a recolectar los apadrinamientos necesarios para validar su candidatura, su web está lista y, entre bambalinas, se dan los últimos retoques al que será su programa electoral.

La maquinaria está lista, pero falta un ritual necesario, el anuncio oficial de que optará a la reelección, algo que el presidente se niega a hacer por ahora.

"Lo haré cuando llegue el momento", aseguraba esta semana en una reunión con aprendices, en uno de los múltiples viajes que está efectuando estas semanas, todavía como presidente, pero en los que sus adversarios le reprochan estar haciendo ya campaña.

El portavoz de su Gobierno, Gabriel Attal, señalaba en una entrevista publicada este domingo por Le Parisien que formalizará su candidatura "cuando la situación sanitaria e internacional lo permita".

El presidente se escuda en que desea ejercer su mandato "hasta el último cuarto de hora" y no quiere que nada le despiste de sus obligaciones, aunque en un reciente encuentro con lectores de Le Parisien dejó escapar que siente "ganas" de repetir en el Elíseo.

"En realidad es un secreto a voces, todo el mundo sabe que se presentará y todos sus adversarios actúan como si fuera candidato", explica a Efe el politólogo Jean-François Leslier.

Recuerda que los aspirantes al Elíseo "suelen tener prisa por anunciar su candidatura, para que cobre peso entre la opinión pública", mientras que los presidentes salientes "prefieren esperar al máximo para evitar desgaste".

"Sobre todo si están en cabeza en las encuestas", agrega el analista.

Por eso mismo, Attal ya advertía en Le Parisien que Macron no tiene intención de prestarse a un debate en la primera vuelta con todos los otros pretendientes porque no ve sentido a la situación.

"Doce candidatos buscando durante una hora y 50 minutos 'su momento' con el presidente, que no tendría más de 10 minutos para responderles. Soy escéptico ante un formato de ese tipo que lo que mostraría sobre todo sería una falta de exigencia democrática".

TRAJE DE ESTADISTA

Enfundado en el traje de presidente, Macron puede hacer propuestas de futuro sin que pasen por promesas electorales, lo que le preserva del juego de la campaña en la que tendrá que entrar tarde o temprano.

Además, agranda su imagen de estadista, señala Leslier, cuando se codea con líderes mundiales para atajar la amenaza rusa en Ucrania.

La oposición no oculta su descontento con este doble juego y pide al candidato que no se oculte detrás de la función.

"Viaja para hacer campaña a costa del contribuyente", señalaba hace unos días la candidata conservadora Valérie Pécresse, unas críticas que se han vuelto en su contra, porque en 2012, cuando era portavoz del Gobierno de Nicolas Sarkozy, defendía que el entonces presidente retrasara el anuncio de su candidatura a la reelección.

Tanto abusó del cargo, que la Comisión de cuentas de campaña le obligó a contar como gastos electorales algunos de los viajes que hizo antes de declarar su candidatura.

Sarkozy no lo hizo hasta dos meses antes de la primera vuelta, una estrategia que, a posteriori, le salió mal, puesto que dejó crecer la figura del socialista François Hollande, que acabó por derrotarle.

Lo mismo le sucedió en 1981 a Valéry Giscard d'Estaing, que a medio año para las presidenciales encabezaba las encuestas, pero que tardó en anunciar su candidatura y eso dio oxígeno al socialista François Mitterrand, a la postre vencedor.

Pero ningún presidente saliente, recuerda Leslier, ha anunciado su candidatura a la reelección antes de febrero.

De los más prematuros en hacerlo fue Jacques Chirac en 2002, cuando pronunció el célebre "Sí, soy candidato" durante la visita a un pequeño ayuntamiento, en medio de la sorpresa general.

Lo hizo cuando quedaban más de dos meses para la primera vuelta y cuando todo el mundo esperaba que lo hiciera antes el primer ministro, el socialista Lionel Jospin, que se vio distanciado por esa maniobra y acabó derrotado.

En 1988 Mitterrand lo anunció en una entrevista a la televisión pública a 33 días de la primera vuelta, el mismo plazo que en 1958 eligió Charles de Gaulle en las primeras presidenciales a sufragio directo y siete años más tarde para su reelección.

Macron tiene todavía por delante dos meses y medio antes de la nueva cita con las urnas y el presidente prefiere esquivar el asunto con humor: "Respuesta en el próximo capítulo".