"Obama ¡no deporte a mi mamá!" Indocumentados aumentan la presión

"¡Ni uno más, ni uno más!". El mensaje que varias decenas de activistas proinmigración lanzaron hoy frente a la Casa Blanca, con el puño alzado y agitando fotos de familiares deportados, no podía ser más claro.

A punto de que el gobierno de Barack Obama cumpla el récord absoluto de haber deportado a dos millones de indocumentados y sin visos de una reforma migratoria en el Congreso, la pelota vuelve a estar en el campo del presidente estadounidense, del que esperan una acción presidencial para detener la desgarradora separación de familias que provoca la política de expulsión de sin papeles.

"Dos millones, ¡demasiados!", presidente Obama "detenga las deportaciones, ¡sí se puede!", gritaban los activistas ante las puertas de la Casa Blanca. "Hey, Obama, ¡No deporte a mi mamá!" era otra de las consignas más coreadas.

Pero tras las frases pegadizas y rimas más o menos afortunadas se esconde un drama sin gracia alguna.

Como el de las hermanas Milka y Mijani González, de 13 y 15 años y residentes en Detroit, Michigan, quienes apenas lograban contar cómo su padre fue deportado hace tres meses, en plenas fiestas de Navidad.

"Quiero que paren las deportaciones y que mi padre vuelva", logró decir entre sollozos Milka. "Queremos que el presidente Obama ordene detener la separación de familias", acotó su hermana.

A su lado estaba, entre otras decenas de activistas que desde el martes celebran varios actos en Washington ante el Congreso y la Casa Blanca, Sandra López, una indocumentada de origen mexicano que tras casi dos décadas residiendo en Colorado -"y 11 años pagando impuestos", puntualizó-, está pendiente de deportación pese a que tiene dos hijos y un esposo con nacionalidad estadounidense.

"Estamos en un país libre donde se honra a la Estatua de la Libertad y todo es mentira, es una ilusión. Mis sueños están destruidos, los de mis hijos como ciudadanos están destruidos", lamentó López.

"Señores congresistas, señor Obama, ustedes han prometido una reforma migratoria y no han cumplido. Señor Obama, tú tienes ese poder, sabemos que tienes ese poder de detener las deportaciones, please (por favor), quiero que por favor haga una acción inmediata", pidió, también entre lágrimas, la mujer.

Con la vista puesta en el próximo lunes, cuando se calcula que se llegará al récord de dos millones de deportados durante el gobierno de Obama (a una media de 1,200 órdenes de deportación diaria), los grupos que desde hace años luchan por lograr una reforma migratoria están aumentando la presión con renovadas acciones ante el Congreso, donde la mayoría republicana que controla la Cámara de Representantes ha impedido hasta ahora cualquier avance en esta materia.

Pero cada vez más, las quejas se dirigen también a la Casa Blanca, a la que recuerdan que Obama logró su reelección en 2012 en buena parte gracias al voto hispano que lo apoyó de forma masiva pero que, desde entonces, se siente cada vez más frustrado con el presidente, al que recientemente una reputada activista migratoria llegó a llamar "deportador en jefe", para enfado del mandatario.

Y es que desde que -poco antes de las elecciones- Obama aprobara una "acción diferida" para frenar temporalmente la deportación de los jóvenes indocumentados que estudien o sirvan en las fuerzas armadas, los llamados "dreamers" o "soñadores", el demócrata no ha vuelto a tener un gesto significativo para este sector de la sociedad.

Frente a las aseveraciones de Obama de que no puede usar sus poderes ejecutivos para limitar las deportaciones, tal como le volvieron a reclamar hoy ante sus puertas, los activistas afirman que sí tiene margen de maniobra, ampliando por ejemplo la "acción diferida" para que cubra también a padres de los jóvenes ya beneficiados, entre otros.

Nora Realzora, una joven "dreamer" que no ha vuelto a ver a su padre desde que hace dos años fuera deportado a México, le hizo hoy una pregunta muy sencilla al mandatario.

"¿Cómo se sentiría si (sus hijas) Sasha y Malia no pudieran tenerle por Navidad? ¿Cómo se sentiría si no pudiera cenar cada día con sus hijas? ¿Detendría entonces las deportaciones, presidente?"

La pregunta quedó hoy sin respuesta de una Casa Blanca que no reaccionó ante la pequeña manifestación ante sus puertas. Algo que no desalentó a unos activistas que se retiraron una hora más tarde con una promesa: "We will be back", volveremos. (DPA)