Sin embargo, un pequeño partido cuyo ingreso al Parlamento en las elecciones dentro de tres semanas es bastante incierto, pone ahora en peligro las fantasías de poder de Erdogan.
Se trata del partido pro-kurdo HDP, que no sólo defiende los derechos de los kurdos, sino los de todas las minorías. La jefatura del partido es compartida por un hombre y una mujer: Selahattin Demirtas y Figen Yüksekdag.
Tradicionalmente, el HDP y sus antecesores eran votados sobre todo por los kurdos del sudeste de Turquía. Si bien muchos turcos siguen viendo al partido con escepticismo debido a su cercanía con el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), la formación se ha convertido en un punto de convergencia de opositores al gobierno de izquierda y liberales que temen que Erdogan se transforme en un gobernante islamista único y todopoderoso.
Es por eso que el HDP quiere evitar con todos los medios posibles el sistema presidencialista de Erdogan. Su programa de campaña es "la pesadilla del sultán", dice Yüksekdag. Demirtas cree que el HDP es el único partido que puede detener una "dictadura" de Erdogan.
Mucho dependerá de si logra superar la barrera del diez por ciento el 7 de junio. Para la formación, las elecciones serán puro nervio: de acuerdo con las encuestas están justo un poco por encima o por debajo del diez por ciento.
Debido al diez por ciento necesario, los diputados del HDP compitieron en las elecciones parlamentarias de 2011 como candidatos independientes. Con su presentación como partido, el HDP corre un gran riesgo: si no logra superar el diez por ciento, esto podría llevar a disturbios en las zonas kurdas en el sudeste y, en el peor de los casos, encender nuevamente la guerra civil con el PKK.
Si, en cambio, el HDP supera la barrera del diez por ciento, lograría aumentar considerablemente su número de representantes, lo que perjudicaría sobre todo al partido de gobierno islamista y conservador AKP, que podría perder incluso su mayoría absoluta. El AKP cofundado por Erdogan se encontraría entonces lejos de la mayoría necesaria para modificar la Constitución y su sueño de un sistema presidencialista quedaría bastante lejos.
Por eso no sorprende que el presidente dispare hace semanas contra el HDP, metiéndose de lleno en la campaña, según acusa la oposición. Por su puesto, Erdogan está obligado a mantener la neutralidad, lo cual no lo detiene en absoluto. "Como primer presidente turco elegido por el pueblo no se puede esperar con seguridad de mí que me mantenga al margen de este proceso y espere", afirma.
Inauguraciones de mezquitas, aperturas de empresas o conferencias... Erdogan no pierde oportunidad para presentarse en público. Suele hablar varias veces en el día y muchos canales de televisión transmiten sus discursos en vivo y completos.
Erdogan evita nombrar al HDP por su nombre, aunque todos saben a quién se refiere cuando debido a la cercanía entre el HDP y el PKK habla del partido "que apoya al terrorismo". Además, acusa a los políticos del HDP de ser "necios" antimusulmanes que no logran siquiera manejar sus distritos en el sudeste. "En sus distritos no hay más que basura", dice.
El jefe del HDP Demirtas ve en sus declaraciones una señal de que el poderoso presidente les teme. "Su campaña se basa en decir mentiras sobre mí", asegura.
Demirtas se presentó en las elecciones presidenciales del año pasado contra Erdogan y los candidatos de los dos partidos opositores más grandes, el CHP y el MHP. Si bien Erdogan obtuvo una mayoría absoluta en la primera ronda, Demirtas logró avanzar y gracias a muchos votos que no provenían sólo de los bastiones kurdos, sacó un respetable 9,8 por ciento, justo por debajo del diez.
El jefe del HDP confía en que superarán la barrera del diez por ciento el 7 de junio. "No tengo dudas", dice. Sin embargo, este político de 42 años nunca imaginó que se convertiría en una amenaza para Erdogan. Demirtas está en política apenas desde 2007. Para ese entonces Erdogan ya era primer ministro hace tiempo.
Demirtas es abogado especializado en derechos humanos, un trabajo bastante peligroso en Turquía. "Cuando era joven pensaba que pasaría la mayor parte de mi vida en la cárcel", asegura este kurdo del este de Turquía. "Para ser un defensor de los derechos humanos en un país como Turquía y ocuparse del tema kurdo hay que estar dispuesto a pagar un precio", completa. (DPA)