El llamado Plan de Acción Europeo sobre Energía Eólica que presentó este martes la Comisión, que no implica ninguna modificación legislativa, aspira a que al final de la década el viento aporte el 34 % de la electricidad de la UE, frente al 16 % actual, lo que contribuirá a alcanzar el objetivo legalmente vinculante de alcanzar un 42.5 % de consumo final de energía renovable en 2030.
También pretende reforzar a la industria europea y evitar que otros países como China se aprovechen de la vanguardia tecnológica comunitaria en energía eólica, como ocurrió en el pasado con los paneles solares fotovoltaicos, un mercado ampliamente dominado hoy por los chinos.
Según la consultora Blackridge, el fabricante danés de aerogeneradores Vestas fue en 2022 la primera compañía del mundo por cuota de mercado y capacidad instalada, seguida de la hispano-alemana Siemens Gamesa, la estadounidense con sede en Francia GE Wind Energy, las chinas Goldwind, Envision, Mingyang, las germanas Nordex y Enercon y la también china SeWind.
En concreto, la Comisión Europea quiere ayudar a un sector que en Europa se enfrenta a "una demanda insuficiente e incierta, permisos lentos y complejos, falta de acceso a materias primas, inflación y precios elevados de las materias primas, diseño poco favorable de las licitaciones nacionales, mayor presión de los competidores internacionales y riesgos sobre la disponibilidad de mano de obra calificada".
Se trata además de una de las últimas piezas del puzzle energético del actual mandato del Ejecutivo comunitario, que también prevé presentar antes de que acabe el año una estrategia para fomentar la expansión de las redes eléctricas.
"Este paquete ayudará al sector eólico europeo a crecer internamente y competir globalmente, reduciendo así la dependencia de proveedores externos y crear empleos verdes para los trabajadores", dijo en rueda de prensa el vicepresidende de la Comisión Europea encargado del Pacto Verde, Maros Sefcovic.
El plan comunitario, que no modificará legislación ni generará nuevas normativas, se asienta sobre seis ejes de acción, empezando por acelerar el despliegue de infraestructura mediante una mayor previsibilidad y una obtención de permisos más rápida.
En 2022 se añadieron 16 GW de capacidad eólica al parque energético de la UE, lo que supone un incremento anual del 47 % pero que queda lejos aún de los 37 GW/año necesarios para colmar las ambiciones climáticas de la UE en 2030.
Bruselas intentará reforzar la digitalización de los procesos de autorización y asistencia técnica a los Estados miembros y fomentando la planificación a largo plazo.
El Ejecutivo comunitario también quiere dar más visibilidad de las subastas, que deberán mejorar con criterios "objetivos y bien diseñados que recompensen los equipos de mayor valor añadido y garanticen que los proyectos se realicen plenamente y en tiempo".
En tercer lugar, la Comisión Europea proporcionará facilidades de financiación y cobertura a la industria eólica a través del Fondo de Innovación de la UE y del Banco Europeo de Inversiones (BEI), al tiempo que Bruselas anima a las capitales a aprovechar el régimen modificado de ayudas de Estado para "apoyar la fabricación de energía eólica en la UE".
En el plano internacional, el Ejecutivo europeo "vigilará de cerca las posibles prácticas comerciales desleales que beneficien a los fabricantes eólicos extranjeros", con herramientas en la recámara como medidas antidumping y antisubsidios si fuera necesario recurrir a ellas, apuntan fuentes europeas.
El principal destinatario de esa iniciativa es controlar los hipotéticos subsidios anticompetitivos de Peking a los fabricantes chinos de turbinas.
En cuanto a los recursos humanos, Bruselas fomentará la creación de academias de formación en nuevas tecnologías verdes y, en particular, en el sector eólico con el objetivo de preparar a 100,000 estudiantes tres años después de su creación.
Por último, Bruselas colaborará más estrechamente con la industria y los Estados miembros para que el sector sea competitivo.
Eólica marina
El plan de acción quiere impulsar el conjunto de la generación eólica, pero en particular la marina ("off shore"), un área en el que en los últimos años han proliferado megaproyectos como el futuro parque del mar del Norte compartido por Francia, Noruega, Reino Unido, Irlanda, Bélgica, Países Bajos, Dinamarca y Alemania, que pretenden generar electricidad para 120 millones de hogares en 2030.
En ese apartado, Bruselas aportará orientaciones sobre cómo compartir los costos de los proyectos o facilitará estudios sobre la capacidad de los puertos para respaldar el rápido despliegue de infraestructura eólica marina.
En 2022, la capacidad instalada marina acumulada en la Unión Europea era de 16.3 GW y el objetivo ahora es que se instalen anualmente casi 12 GW de media, es decir, diez veces más que los nuevos 1.2 GW instalados el año pasado.
La ministra española para la Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera, de paso en Bruselas para presentar ante el Parlamento Europeo las prioridades de la Presidencia española del Consejo de la UE, celebró la iniciativa comunitaria para "evitar que nos ocurra con la industria eólica, lo que ocurrió hace 15 años con la industria fotovoltaica" porque "la eólica europea lo está pasando mal frente a China".
"No se trata de crear uno, dos, tres campeones nacionales, sino el conjunto de la cadena de valor que nos permite seguir desarrollando el potencial de la de energía eólica", concluyó.