Los pescadores de Fukushima y su larga lucha para volver a la normalidad

Tras más de una década lastrados por la crisis nuclear de 2011, los pescadores de Fukushima temen ahora que el inminente vertido al Pacífico de agua residual de la planta atómica siniestrada torpedee sus esfuerzos para volver a la normalidad.

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Pescadores descargan la captura del día en Soma, a 50 km al norte de la accidentada central nuclear de Fukushima (Japón).EFE/ Antonio Hermosín Gandul

Las restricciones sobre la pesca local a raíz del accidente atómico se levantaron por completo en 2021, aunque las limitaciones de capturas por motivos de sostenibilidad y el estigma nuclear hacen que las actividades pesqueras se mantengan muy por debajo del nivel previo al desastre.

Los pescadores de Fukushima, en su día uno de los caladeros con más renombre de Japón, ven venir ahora un nuevo golpe para su reputación: la descarga al océano de toneladas de agua radiactiva y depurada de la central, medida a la que se oponen con firmeza pese a las compensaciones y a las garantías de seguridad que ofrecen las autoridades niponas.

UN ESTIGMA DIFÍCIL DE BORRAR

En la lonja de Soma, a unos 50 kilómetros al norte de la planta atómica accidentada, la captura del día más abundante es pulpo, calamar y platija. Decenas de operarios descargan con rapidez el pescado fresco y lo transportan en cubos y cajas al mercado mayorista en una nave a pocos metros de donde amarran los barcos de arrastre.

Los productos marinos aquí capturados, así como en otros puntos de la costa de Fukushima, son objeto de constantes análisis de radiactividad desde 2011 por parte de las autoridades niponas. Los resultados, que se hacen públicos, muestran niveles dentro de los límites nacionales en prácticamente la totalidad de las muestras.

Pese a esta monitorización y a sucesivas campañas de información para borrar el estigma radiactivo del pescado y otros alimentos originarios de esta región, estos aún son vistos con desconfianza por consumidores de todo Japón e incluso escasean en los supermercados locales.

"Sentimos que sigue habiendo todavía una influencia negativa", dice a EFE Tomomitsu Konno, presidente de la cooperativa pesquera de Soma-Futaba, quien no obstante considera que los análisis de las capturas "están mejorando poco a poco" la imagen de sus productos.

Aún así, Konno estima que las actividades pesqueras apenas se han recuperado un 20 o un 30 por ciento respecto a niveles previos al desastre.

MAREJADA A LA VISTA

El Gobierno japonés y la operadora de la central accidentada, TEPCO, tienen previsto comenzar este verano la descarga al Pacífico de unas 1,32 millones de toneladas de agua contaminada de la central, tras ser procesada para retirarle la mayoría de los isótopos radiactivos (salvo el tritio) y mezclada con agua marina.

Las autoridades niponas mantienen que el vertido tendrá una concentración de tritio muy por debajo del tope legal establecido para el agua potable.

Además, se tomarán muestras de agua marina y de fauna acuática de la zona antes y durante la descarga para analizar su impacto medioambiental, en un proceso de supervisión en el que participarán tanto TEPCO como el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y laboratorios independientes.

Nada de esto ha bastado para convencer a los pescadores de la zona, que se mantienen inamovibles en su rechazo al vertido desde que el Gobierno japonés aprobó la medida en 2021. El Ejecutivo trata desde entonces de ganarse su comprensión con reuniones explicativas y con medidas de apoyo económico.

"Estamos en contra todas las asociaciones pesqueras a nivel nacional y las de Fukushima", dice Konno, quien asistió la semana pasada a un encuentro sobre el tema con el Gobierno.

Konno admite que se trata de una "situación difícil", ya que entienden que el vertido "es una tarea necesaria" en el proceso de desmantelamiento de la planta, donde se agota el espacio para almacenar el líquido contaminado y depurado.

El responsable de la cooperativa de Soma-Futaba también muestra sus dudas sobre la eficacia de las medidas propuestas por el Gobierno para mitigar el impacto de la descarga en sus actividades, y confía en que "se hagan todos los esfuerzos posibles" en ese sentido.

El vertido llega después de que la mayoría de los países y territorios que imponían restricciones a las importaciones de productos de Fukushima a raíz del accidente de 2011 hayan levantado total o parcialmente estas medidas.

China y el Foro de Países del Pacífico han manifestado su oposición a la descarga al Pacífico, mientras que Hong Kong, el segundo mayor mercado mundial de las exportaciones alimentarias niponas, ha amenazado con vetar los productos procedentes de Fukushima si el vertido sigue adelante.