"El PRI: de la elección a la reflexión"

El PRI es el partido político líder y referente de México. Las elecciones de antier se explican a partir de los resultados que el tricolor alcanzó pues, en todas ellas, fue el protagonista. Refrendó su vocación ganadora, y lo hizo rompiendo mitos en elecciones de alta participación social, venciendo en cerradas competencias a adversarios nuevos y de antaño, a diestra y siniestra, y acreditando que ninguno de ellos ni sus líderes son invencibles. Estas son algunas de las muchas lecciones que surgen de botepronto, a las que habrá que sumar otras, que deriven en la muy necesaria autocrítica que todos estamos conminados a llevar a cabo, en especial quienes militamos en esta organización política. En otras palabras, con los buenos resultados alcanzados antier, el PRI ha recibido el aliento que necesita para ir de la elección a la reflexión sobre su futuro.

Por César Camacho

Enorme, vivo y vigoroso, el priismo, ese amplio sector de la sociedad que apuesta por el mejoramiento constante, dentro del orden republicano y la continuidad institucional, y que comparte los valores de la justicia social, en la que se logre la prosperidad para todos, en especial para los que menos tienen, ayer se movilizó orgánicamente para superar, no sin dificultades, a una fuerza opositora que no es menor y que cada día parece actuar de modo más organizado, bajo la etiqueta del “hartazgo” que algunos medios de comunicación le han endilgado ya que, ciertamente, refleja un estado de ánimo de muchos mexicanos.

En el Estado de México el PRI venció a MORENA y, al hacerlo, quedó claro que Andrés Manuel López Obrador, su propietario, no es incombustible. A lo largo de la campaña hiló una cadena de desaciertos en la que fue desgastando y quemando prestigio. Él decidió imponer su figura como si fuera candidato y perdió; con su proverbial demagogia planteó propuestas irrealizables y superficiales, supuestamente sencillas, y rechazó todo cuestionamiento, sobre la base falsa de que a fuerza de evadir y negar mil veces la realidad, ésta cambia. Lo cierto es que varios de sus colaboradores más cercanos y hasta uno de sus hijos fueron sorprendidos en acciones que, todo hace ver, son constitutivas de delitos de corrupción que, por acción u omisión, lo involucran y lo inculpan personalmente. Se enfrentó verbalmente con el gobernador de alguno de los estados en elección; fue incapaz de aclarar el destino de los recursos que, según Eva Cadena, le son entregados a él, y tampoco pudo persuadir a sus aliados de antaño, de coludirse electoralmente con su causa. Fue así que cayó el telón que anunciaba “honestidad valiente”, dejando al descubierto a él y a “la mafia del no poder”.

Aunado a lo anterior, el triunfo en 42 municipios de Veracruz deja en claro que más allá del lamentable desprestigio de gobernantes que fueron del PRI, en las calles y barrios, en los pueblos y ciudades, persiste un priismo que es, más que una organización, una expresión social, fenómeno del que surge la verdadera fuerza del PRI y que ningún otro partido posee.

No obstante el orgullo que naturalmente generan las victorias en Coahuila, Veracruz y Estado de México, sin pasar por alto el resultado adverso en Nayarit, el PRI tiene claro que enfrenta un desafío de enormes proporciones; el más grande de su historia, y que apenas tiene tiempo para corregir y mejorar en todo aspecto y en todo lugar. Seguramente será la XXII Asamblea que habremos de celebrar en breve, la ocasión propicia para que la reflexión impulse a la acción y, con ésta, se haga lo necesario para que sea, cada vez más, una opción ciudadana.