¿Tiempo también para que el presidente, Barack Obama, se relaje un poco y se tome un respiro tras uno de los pulsos políticos más duros de sus cinco años en la Casa Blanca?
No, en sus propias palabras.
Según adelantó el propio mandatario esta semana, incluso cuando el acuerdo presupuestario seguía estando en duda, la próxima batalla está ya planteada: la reforma migratoria.
De nuevo.
"Una vez logrado (el acuerdo presupuestario), al día siguiente voy a presionar para reclamar un voto por la reforma migratoria", prometió Obama en entrevista con una emisora local de la cadena hispana Univisión. Y nada más conocer que el acuerdo había sido aprobado en el Senado, salió a saludarlo en la noche del miércoles y a instar a ambos partidos a enfocarse en otros proyectos pendientes, incluido el "quebrado sistema migratorio".
La reforma migratoria es una promesa incumplida de la primera campaña de Obama, en 2008, que renovó con especial énfasis tras la victoria que el año pasado le aseguró un segundo mandato gracias en buena parte al decisivo voto hispano.
Pero pese a las alentadoras promesas de acción inmediata del propio Partido Demócrata e incluso la admisión por parte del opositor Republicano acerca de la importancia del voto latino y por ende de su reclamo de reforma, la promesa migratoria sigue, casi un año después de los comicios presidenciales, en el limbo del Congreso.
A finales de junio, el Senado aprobó una prometedora propuesta de ley que prevé una vía -condicionada a la seguridad fronteriza, eso sí- a la ciudadanía para los 11.7 millones de indocumentados en el país.
El impulso migratorio sin embargo chocó, una vez más, con la barrera de la Cámara de Representantes, donde la mayoría republicana, con su líder John Boehner a la cabeza, ha impedido hasta ahora todo intento de llevar al pleno una iniciativa legislativa integral.
A comienzos de octubre, un grupo de congresistas demócratas presentó una propuesta migratoria propia que aseguraron es "bipartidista" y con la que dijeron esperan poder reimpulsar los hasta la fecha vanos esfuerzos para destrabar la estancada reforma.
Pero los analistas coinciden en que ninguna iniciativa que no cuente con explícito apoyo republicano tiene visos de éxito en la cámara baja.
Está por ver qué efectos en el tema tiene el recién ganado pulso político de Obama con los republicanos, que no lograron ninguna concesión relevante en sus reclamos de retrasos o cambios a la reforma sanitaria del mandatario pese a mantener cerrado el gobierno 16 días y poner al país, y al resto del mundo, al borde del abismo.
Algunos expertos en migración y en los tejemanejes del Congreso dicen ver señales alentadoras tras la última batalla legislativa.
Sobre todo, consideran, porque tras la última debacle parlamentaria -"sencillamente no ganamos", admitió el propio Boehner sobre la disputa presupuestaria- los republicanos necesitan lavar su imagen ante amplios sectores del electorado, entre ellos el cada vez más poderoso voto latino.
"En momentos en que la imagen del Partido Republicano se derrumba entre muchos grupos demográficos, incluidos los votantes latinos, la reforma migratoria es uno de los asuntos que de hecho reforzaría las perspectivas del partido en 2014 (elecciones parlamentarias) y 2016 (presidenciales)", afirma el director del grupo proinmigración America's Voice, Frank Sharry.
"Hay grandes incentivos para republicanos sensatos que quieren reparar parte del daño que se han hecho a sí mismos (...) la reforma migratoria sigue siendo el tema popular tanto entre votantes demócratas como republicanos sobre el que ambos partidos pueden trabajar juntos para proporcionar soluciones reales este año", coincidió el congresista demócrata Luis Gutiérrez, uno de los cabecillas de los esfuerzos migratorios legislativos.
Pero también tras la debacle electoral de 2012 los republicanos entonaron el mea culpa migratorio, sin que ello haya redundado en un cambio radical de posiciones hasta la fecha.
Y según "The Huffington Post", la batalla presupuestaria ha dejado un sabor tan amargo entre los republicanos que podría envenenar futuros intentos conciliadores en otras materias, como la migratoria.
"Para nosotros, ir a la mesa de negociación con Obama después de lo que ha hecho durante las últimas dos semanas y media sería probablemente un gran error", dijo al diario el congresista republicano Raúl Labrador, para quien la reforma migratoria ya está "muerta".