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Por PortalPolitico.tv

TERCER INFORME DEL GOBIERNO FEDERAL

TERCER INFORME DEL GOBIERNO FEDERALTexto de la agenda propuesta por el Presidente Felipe Calderón Hinojosa. Hoy, cambiar de fondo no sólo es la mejor, sino la única alternativa. Ese cambio debe contener, y así lo propongo, cuando menos 10 elementos:

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El primero y fundamental, tiene que ver con las condiciones de pobreza en la que vive la mitad de la población, y en particular la pobreza extrema, que sufre uno de cada cinco mexicanos.

Lo que propongo es concentrar la fuerza y los recursos del Estado mexicano en un esfuerzo de todos por frenar el crecimiento de la pobreza, por mitigar los impactos negativos que la crisis alimentaria y económica mundial han dejado en nuestra población de menores ingresos.

Por eso, propondré al Congreso de la Unión, aún en medio de la adversidad económica, un programa que no sólo no reduzca el gasto orientado a combatir la pobreza, sino que lo fortalezca, lo blinde para evitar cualquier abuso o  desvío en cualquier orden de Gobierno y lo dirija, precisa y especialmente, a aquellas familias que de acuerdo con la definición de pobreza alimentaria, no les alcanza, incluso, para el sustento diario.

Segundo. Y como un legado del Bicentenario, México puede y debe alcanzar en esta Administración la cobertura universal de salud. Uno de los signos más injustos y más distintivos de la pobreza ha sido que muchos mexicanos no hayan contado en nuestra historia con médico, medicinas a su alcance, en un momento de sufrimiento y de enfermedad.

Hoy tenemos la inigualable oportunidad de lograr que haya médico, medicinas y tratamiento para cualquier mexicana o cualquier mexicano que lo necesite, independientemente de su condición social. Sé que se puede y sé que lo vamos a lograr, si hay la voluntad política para jerarquizar estas prioridades.

Tercero. Lograr una educación de calidad. Una educación que, verdaderamente, promueva al ser humano a plenitud y prepare a nuestros jóvenes para un mundo que  compite y que compite ferozmente, que haga que México supere el marasmo de los intereses, las inercias, y construya a través de la educación de calidad, una puerta grande para salir de la pobreza; que sea la educación sinónimo de orgullo, de fortaleza y de oportunidad para construir un futuro de prosperidad, al que aspiramos.

Sé muy bien, también, que no podremos erradicar la pobreza, ni garantizar el acceso a la salud  y a la educación de calidad de todos, si no contamos hoy con finanzas públicas fuertes, con recursos públicos debidamente aplicados y escrupulosamente ejercidos, para hacerle frente a estos desafíos.

Hoy el futuro nos ha alcanzado. Hoy los recursos petroleros, que sí permitieron a México disponer de ingresos y financiar su desarrollo hasta ahora, y que fueron relativamente abundantes, han comenzado a declinar.

En los últimos años, el yacimiento de Cantarell, que llegó a proveer más del 60 por ciento de todo el petróleo que producíamos, ha comenzado a declinar y se agotará.

La plataforma de producción de petróleo se ha reducido en 700 mil barriles diarios, de seis años a la fecha. Eso significa haber perdido de manera permanente 300 mil millones de pesos de ingreso, por lo menos, que tienen que ser sustituidos ahora por ahorro y una mayor recaudación.

Y por ello, como cuarto punto, es necesaria una reforma profunda de las finanzas públicas. Tenemos que hacer más con menos.

Y por eso, el Gobierno Federal será el primero en poner el ejemplo. Lo haremos a través de un extraordinario esfuerzo de austeridad y racionalización de la Administración Pública, jerarquizando las prioridades a partir de los gastos imprescindibles y eliminando todos aquellos programas y rubros que no contribuyan de manera decidida a los objetivos que he mencionado.

Y para ello, enviaré a la consideración del Congreso de la Unión una reforma que permita jerarquizar, con criterio de eficiencia, transparencia y austeridad, el gasto del Gobierno Federal; que reduzca su costo administrativo e invito a los Poderes y a los distintos órdenes de Gobierno, a los órganos autónomos, a los partidos políticos, a realizar un esfuerzo en el mismo sentido.

Mi Gobierno no pedirá a nadie un esfuerzo que antes no haya hecho en su propio ámbito. Una vez que el Gobierno Federal haya puesto la muestra y mostrado en los hechos que está dispuesto a hacer mucho más con menos, podrá, en justicia, pedir a la sociedad su parte para esta tarea común.

Esta Reforma de las Finanzas Públicas tiene como segundo componente el fortalecimiento de los ingresos públicos. Debemos alcanzar acuerdos de fondo que nos permitan simplificar los trámites fiscales, reducir la evasión e incrementar la recaudación, aumentando la base gravable.

Y debemos hacerlo bajo el compromiso de todas las partes, en el sentido de que todo incremento en los ingresos públicos debería estar encaminado a cubrir las prioridades en materia social.

Un Estado moderno requiere un sistema recaudatorio que garantice finanzas públicas sólidas, no sólo para cumplir sus responsabilidades, sino para, también, poder transformar su realidad, como lo propongo a la Nación.

Propongo también una Reforma Económica de fondo, que transforme nuestra economía para hacerla más competitiva, que permita acelerar el crecimiento y la generación de empleo, que lo haga, además, de manera sostenida.

Y para ello, como quinto punto. Debemos emprender una nueva generación de reformas en las empresas públicas del sector energético. Las empresas del sector registran resultados cada vez más preocupantes. Se requiere urgentemente una racionalización de su administración y de su operación.

Es fundamental que se rescate su misión histórica, que es brindar a los mexicanos, energéticos de calidad y a precios competitivos y traducir en ingresos públicos la riqueza nacional que poseemos.

Habremos de emprender una transformación de raíz de las empresas públicas, con la finalidad de eliminar privilegios, terminar con la opacidad y la corrupción, y orientar su desempeño al servicio público, a través de una profunda reestructuración y modernización.

Al mismo tiempo, es necesario avanzar más a fondo en reformas de segunda generación para fortalecer nuestra industria petrolera. Sé bien, es cierto, que la Reforma aprobada el año pasado nos permite claramente iniciar el proceso de recomposición de Petróleos Mexicanos, pero el agotamiento de los recursos y de las reservas de petróleo, nos obliga a ir más a fondo y mucho más rápido.

Impulsemos juntos una nueva reforma para recuperar nuestra capacidad productiva de largo plazo, y hacer que el sector retome su papel como palanca de crecimiento, de desarrollo y de empleo.

Sexto. Una reforma al Sector de las Telecomunicaciones, porque México requiere que este sector realmente responda a las necesidades del desarrollo, garantice una mayor cobertura de los servicios, la convergencia de las tecnologías disponibles y la competencia entre los actores.

Que sea, precisamente, México un país que pueda acceder para el mayor número de sus habitantes a la telefonía, al Internet, al radio, la televisión, a todos los servicios de telecomunicaciones, que son detonantes de desarrollo.

Que lo haga en un ambiente de verdadera competencia, que brinde a empresas y hogares la oportunidad de tener acceso a servicios de calidad y a precios accesibles.

Séptimo. Enfrentar la adversidad económica no hubiese sido posible sin la responsabilidad de los actores en el mundo laboral; ahora, es importante plantearnos una transformación, también, del sector, con el objetivo específico de que facilite el acceso de millones de mujeres y de jóvenes a la vida del trabajo, a la vida económica, a un ingreso digno; una reforma que incremente la productividad y que lo haga con pleno respeto a la autonomía sindical, al derecho de huelga y a la contratación colectiva, que fortalezca la rendición de cuentas y los derechos de los trabajadores, en especial el más importante, que es el derecho a obtener un trabajo.

Octavo. Emprenderemos en el Gobierno una reforma regulatoria de fondo; en el curso del próximo año debemos lograr el objetivo de contar con una regulación base cero para el Gobierno Federal, un proceso que nos permita derogar todos aquellos acuerdos, oficios, decretos o reglamentos cuya necesidad no quede clara y plenamente justificada.

De lo que se trata, es de facilitar la vida de los ciudadanos, de simplificar todos los trámites que realizan las empresas, de acercar el Gobierno a las necesidades de la gente. Y convoco a los gobiernos estatales y municipales a que coordinemos este esfuerzo y eliminemos trámites innecesarios, y promovamos una nueva cultura de eficiencia en el servicio público.

Noveno. Debemos profundizar y ampliar la lucha frontal contra el crimen y por la seguridad de los ciudadanos.

El Estado de Derecho es indispensable, no sólo por razones de justicia, de dignidad, de seguridad en sí misma, sino porque el Estado de Derecho es un factor sustancial para la competitividad, la equidad y la eficiencia. La certidumbre jurídica es una palanca poderosa e indispensable para el desarrollo.

El Gobierno Federal ha avanzando y seguirá avanzando sustancialmente en esta materia, en su lucha contra el crimen organizado.

Y además, enfocaremos ahora una mayor atención a fortalecer la autoridad de las instancias locales, a fin de que podamos combatir con eficacia aquellos delitos que más agravian a la ciudadanía: el robo, la extorsión, el secuestro.

Al mismo tiempo, es necesario acelerar el esfuerzo en todos los órdenes de Gobierno, para contar con un sistema eficaz de cuerpos policíacos.

Hoy, los cuerpos policíacos, particularmente en el ámbito municipal, enfrentan serias limitaciones ante el poder de cooptación e intimidación de los criminales.

Necesitamos fortalecer todos los eslabones, en particular los más frágiles de la cadena de protección ciudadana, y evitar que éstos se utilicen en contra de los ciudadanos, como ha llegado a ocurrir en diversos lugares.

Yo convoco a que discutamos qué modelo de organización policial requiere México para hacer frente y derrotar a una criminalidad sin escrúpulos y, sobre todo, a que el esfuerzo de depuración y fortalecimiento de los cuerpos policíacos continúe en todo el país.

En esa materia, convoco también a la ciudadanía a tener una mucho mayor participación en la prevención del delito. No pido a los ciudadanos actos que corresponde, por deber, hacerlo a las autoridades; pero sí pido actos cotidianos de civismo, de cultura de legalidad, de denuncia, de ocupación de espacios públicos; de promoción de labores de cultura, de deporte, de prevención y tratamiento de adicciones entre los jóvenes y los adolescentes. Ahí todos tenemos mucho que hacer y mucho podemos hacer.

Y, finalmente, el décimo elemento de la agenda que propongo corresponde a la necesidad de emprender una Reforma Política de fondo. Las reformas políticas que se han llevado a cabo en las últimas dos décadas, han permitido una mejor relación entre los actores políticos, para vivir y actuar en democracia, y han abierto la puerta a la vida democrática de México.

Pero no se han traducido aún en resolver los problemas de los ciudadanos o en garantizar mejores gobiernos. Y por ello, debemos emprender una nueva generación de Reformas Políticas.

Hay que reconocerlo. Los ciudadanos no están satisfechos con la representación política y perciben una enorme brecha entre sus necesidades y la actuación de sus gobernantes, representantes y políticos.

La Reforma Electoral aprobada recientemente, corrigió muchos vicios, pero dejó sin corregir algunas prácticas indebidas. Propongo una nueva revisión a fondo de las reglas electorales, a fin de que el ciudadano vea en las elecciones un instrumento efectivo de participación democrática; que política sea sinónimo de ciudadanía.

Y además de lo electoral, tenemos que plantearnos seriamente, si nuestro sistema político permite, verdaderamente, procesar conflictos y traducir en acciones públicas el mandato de los ciudadanos. Hay que pasar del sufragio efectivo, a la democracia efectiva.

Propongo que entre todos revisemos las reglas y cambiemos lo que haya que cambiar, para que la política deje de ser sinónimo de conflicto y de parálisis, para que la política se convierta en un instrumento de cambio al servicio de la sociedad, para que el sistema político genere verdadera rendición de cuentas y genere acuerdos que permitan avanzar al país.

Para que el sistema político realice una correcta asignación de responsabilidades y de exigencias entre los tres Poderes y entre los tres órdenes de Gobierno.

Amigas y amigos:

Para hacer realidad estos cambios fundamentales, es primordial construir una gran alianza entre todos los que conformamos al Estado: los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, los gobiernos estatales y municipales, los organismos autónomos, la sociedad entera.

Esto no es una cuestión de partidos políticos, ni es una responsabilidad exclusiva del Presidente de la República. Es una cuestión de todos los órdenes, de todos los Poderes, de todos los mexicanos.

El mandato que hoy tenemos los representantes de los ciudadanos, es gobernar bien. Nuestro objetivo debe ser que cada vez más mexicanos puedan vivir mejor, sin importar qué partido, qué Gobierno o qué poder se lleve el mérito de ello.

Ésta es la altura de miras que hoy nos exigen mexicanas y mexicanos. Nos lo exigen a nosotros, autoridades y representantes. Es tiempo de actuar y es tiempo de tender puentes de diálogo entre quienes queremos lo mejor para México.

He estado atento a las voces que han propuesto distintos mecanismos de entendimiento, a fin de definir la agenda del país, particularmente en materia económica.

En los próximos días buscaré reunirme con diversos liderazgos sociales, políticos, económicos y académicos, a fin de analizar todas las alternativas.

Enfrentamos un momento definitorio. En nuestras manos está el decidir si seguimos en la inercia o si impulsamos cambios de fondo para transformar el país.

Seamos la generación que puso por encima de cualquier otro interés particular el interés de México.

En el umbral de las conmemoraciones del Centenario de la Revolución y del Bicentenario de la Independencia, en los albores de un nuevo siglo como Nación independiente y soberana, seamos una generación a la altura de nuestra historia, de nuestros anhelos, y conduzcamos a México al futuro.

Es la hora de cambiar.

Viva México.