Friedlander (Washington, Estados Unidos, 1934), es un maestro del encuadre, sus composiciones no reflejan tanto un momento determinado, como una manera de mirar las escenas del día a día y el mundo en general.
“Consigue hacer unas composiciones que parecen casi como un puzzle o un collage, todo tiene su presencia y un interés, si quitamos alguno de ellos la fotografía se cae”, explica Carlos Gollonet, conservador de fotografía de la Fundación Mapfre y comisario de la muestra.
Esta es la mayor retrospectiva dedica a Friedlander en Madrid, que permanecerá abierta hasta enero de 2021. Hace más de una década se pudo ver parte de sus retratos y sus autorretratos, pero por primera vez se muestra en la capital una revisión de su trabajo al completo.
El recorrido abre una ventana al universo Friedlander. Comienza con sus primeros encargos, vinculados al mundo del jazz, como retratista de músicos de Atlantic Records y que conforman el único trabajo en color de toda su carrera, para luego recorrer el amplio territorio estadounidense y captar el día a día de su gente y sus calles.
Con un recorrido cronológico, la muestra lleva al visitante por alguno de los hitos más importantes de la carrera del autor como su trabajo sobre los monumentos de Estados Unidos, su serie de retratos, el trabajo sobre su propia familia, modelos desnudas -entre las que se descubre a una joven Madonna- o los paisajes naturales.
Cada etapa está marcada por "un aire de modernidad y de renovación permanente", subraya Gollonet.
Su serie de autorretratos está marcado por el juego entre su imagen y su sombra, según reconoce el propio autor en el catálogo: “Al principio mi propia presencia en las fotos era, a un tiempo, fascinante y perturbadora. Pero conforme pasó el tiempo y comencé a explorar otras ideas en mis fotos, pude reírme un poco de esos sentimientos”.
En “The American Monument”, su trabajo sobre los monumentos de Estados Unidos, sintetiza mejor que ningún la modernidad de su obra, y que a su vez enlaza con la tradición de la fotografía documental estadounidense.
Entre ellas se encuentra una imagen de la estatua de Francis Duffy en Times Square (Nueva York) -un sacerdote combatiente de la Primera Guerra Mundial-, que aparece rodeado de edificios y un gran cartel de Coca Cola. El encuadre, una vez más, transforma la imagen, que se presenta extraña e inadecuada.
En total son 350 fotografías en un recorrido cronológico que ha sido difícil seleccionar. El proceso ha sido “lento y doloroso”, reconoce Gollonet.
Todas las fotos de su archivo son excepcionales, algo que no pasa con otros fotógrafos de trayectoria tan larga, que siempre hay algún momento en que pueden flaquear, reconoce el comisario. Friedlander ha conseguido reinventarse y mantener fresca su mirada pese a llevar seis décadas de trayectoria a sus espaldas.
El fotógrafo tenía pensado venir a la inauguración de la muestra, pero el estado actual de la pandemia en España y su avanzada edad (86), no se lo han permitido. Sigue fotografiando a diario. “Es su manera de relacionarse con el mundo”, asegura el comisario.
Siempre va con su cámara colgando y si, por ejemplo, está en una comida, pasa el camarero y le hace una foto, o al público de la inauguración de una exposición. “Fotografía de una manera casi compulsiva, pero es muy cuidadoso en lo que selecciona, lo que vemos es una mínima parte de lo que ha hecho”.