Johan Maurits, esclavista de plantaciones de Brasil que "sobornaba" con arte

Johan Maurits, gobernador del Brasil neerlandés del siglo XVII, fue vital para el comercio transatlántico de esclavos y la explotación de plantaciones de azúcar, que le daban ganancias millonarias que invirtió en la construcción del Mauritshuis, su casa en La Haya y hoy un importante museo de Países Bajos obligado a afrontar la polémica.

La vida y la persona de Johan Maurits van Nassau-Siegen (1604-1679) se reflejan a partir de ahora en diez cuadros y una escultura en una exposición permanente del Mauritshuis de La Haya, una pinacoteca que, a pesar de su nombre, no recoge el legado de aquel astuto esclavista, sino que posee importantes obras como la Mona Lisa holandesa, "La joven de la perla", de Johannes Vermeer.

Con esta muestra, el museo trata de arrojar luz sobre Maurits, del que hasta ahora se había hablado desde la admiración: comandante del ejército, con habilidades para los negocios, tolerante hacia judíos y católicos, promotor del arte y la ciencia, sobrino-nieto de Guillermo de Orange, y un nacionalista que ejerció como gobernador en las colonias entre 1636 y 1644

Este currículo no es falso, pero sí incompleto: bajo sus órdenes, miles de personas fueron trasladadas en contra de su voluntad desde África a las plantaciones brasileñas, después de que arrebatara a los portugueses la isla de Santo Tomé, San Jorge de Elmina y Luanda, en África occidental, para garantizar el suministro de esclavos a la colonia neerlandesa en Brasil.

"Fue un conde alemán que trabajó para el Ejército holandés en el siglo XVII y fue gobernador del Brasil holandés. Se llevó con él a soldados holandeses, pero también a artistas y científicos. Esta parte de su historia siempre se ha compartido, pero desde una perspectiva positiva", reconoce a Efe Lea Van der Vinde, conservadora del Mauritshuis.

Países Bajos conquistó en 1630 el noreste de Brasil, antes controlado por los portugueses. Durante el mandato de Maurits, al menos 24,000 africanos esclavizados fueron trasladados allí para trabajar en las plantaciones de azúcar.

Su participación en la venta de esclavos fue vital en aquella época. Con ella financió su opulento estilo de vida, compró cuadros que utilizó como regalo a diferentes autoridades, y pagó con ello la construcción del Mauritshuis, su residencia oficial. "Fue la primera vez que los neerlandeses estaban activos en la trata transatlántica de esclavos", subraya Van der Vinde.

LA TRATA DE ESCLAVOS DESDE EL ARTE

La exposición permanente consta solo de piezas de la propia colección, obras que a menudo han representado una imagen idealista de la colonia desde los ojos del artista.

Una de las piezas más destacadas es una escultura de Maurits que le presentaba como siempre se vio a sí mismo: un hombre acaudalado y fuerte, que posa junto a una armadura.

También se muestra "Vista de la isla de Itamaracá en Brasil" (1637), un cuadro hecho en Pernambuco por Frans Janszoon Post (1612-1680), el primer artista europeo en pintar paisajes de Sudamérica.

Otras obras reflejan la coexistencia con la esclavitud en esos tiempos. Un retrato póstumo de María Estuardo la presenta junto a un niño negro para destacar más su piel blanca, un detalle frecuente en las pinturas de la reina y en los que las personas negras se resaltan como un dato "exótico", casi siempre de niños de procedencia y paradero desconocidos.

La riqueza de las tierras de Brasil aparece en "Niña con trona" (1640), de Govert Flinck (1615-1660), que dibujó a una joven junto a una silla llena de trozos de azúcar, un producto de lujo que reflejaba la riqueza de los padres, detrás de la que había una realidad dura de esclavitud en las plantaciones que no fue objeto de los maestros holandeses del siglo XVII.

También se expone un retrato de Maurits como un estatúder ( 'lugarteniente') de 65 años. "Lo compró el museo en el siglo XIX para tener a Maurits en el Mauritshuis porque no había ningún retrato suyo", explica Van der Vinde.

La idea es que los visitantes tengan un relato más completo sobre la persona a la que este edificio debe el nombre, realzando el valor histórico de la pinacoteca y haciendo frente a una polémica que llegó a su cumbre en septiembre de 2017, cuando el museo retiró un busto de Maurits que tenía en el vestíbulo.

"Esta exposición está conectada a la vida de hoy en día y a la cuestión del racismo: reflexión, transparencia, apertura a diferentes voces, perspectivas y conciencia son cada vez más importantes para los museos", concluye la conservadora de esta exposición.