Potencia a indígenas de Oaxaca aprovechamiento sustentable

Actualmente en el estado, miles de hectáreas han sido definidas por las comunidades indígenas bajo un esquema de ordenamiento territorial comunitario, que ha permitido proyectos exitosos de aprovechamiento sustentable.

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Bajo el ejercicio estricto de una democracia participativa directa en el estado, que caracteriza a los pueblos que ejercen el Sistema de Usos y Costumbres, al menos un centenar de comunidades indígenas oaxaqueñas han basado este tipo de esquemas en la fortaleza de su capital social.

La confianza mutua, el asambleísmo para toma de decisiones, trabajo en conjunto -denominado tequio-, así como ayuda entre sus habitantes, han sido factores determinantes que han permitido el  cultivo de los bosques, construcción de una red de envasadoras de agua de manantial y creación de una marca de muebles, entre otras empresas.

Localizada a 65 kilómetros de esta capital y con sus 19 mil 500 hectáreas de bosques enclavadas en la Sierra Norte, Ixtlán de Juárez es uno de los ejemplos más antiguos en el aprovechamiento de sus bosques de manera sustentable.

La conservación y aprovechamiento de sus bosques mediante un esquema de planeación del uso de su patrimonio, ha rendido tantos frutos por los que hoy Ixtlán se constituye como uno de los pocos municipios en el estado cuya madera cuenta con el sello Smartwood que otorga la Rainforest Alliance, distinción que ostenta desde 2001.

"Para muchas comunidades, el cultivo de sus bosques viene de su intención de asegurar que el recurso perdure a través del tiempo y como la única herencia que le pueden dejar a sus hijos.

"Por ello es una de las principales tareas que aprenden y consolidan como el caso de Ixtlán, lo que ayudó a marcar la pauta para que muchas otras comunidades siguieran este ejemplo", explicó Ricardo Ramírez, coordinador estatal del Programa de Desarrollo Comunitario de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).

En ese sentido, detalló, varias comunidades encabezadas por Ixtlán se dieron a la tarea de consolidar este proceso de desarrollo que hoy cuenta no sólo con una amplia zona de cultivo de sus bosques, sino también con un aserradero que funciona con tecnología de punta y una fábrica de muebles cuya principal mano de obra es la femenina.

A base de "ensayo y error", Ixtlán logró perfeccionar su propia cadena productiva que además presume su propia marca de muebles, bajo el cobijo de una alianza sustraída entre este primer municipio, Textitlán y los Pueblos Mancomunados -una asociación de ocho comunidades también de la Sierra Norte-.

Lo anterior, sin contar con el desarrollo de proyectos de ecoturismo y el pago de servicios ambientales otorgados por la Conafor, por el cuidado de sus bosques para la captación de agua.

Producto del trabajo conjunto y con el objetivo de acrecentar sus oportunidades de mercado, la unión de comunidades ha derivado en fructíferas alianzas para el desarrollo de marcas de muebles, así como de redes de envasadoras de agua de manantial y ecoturísticas.

Ejemplo de ello son los proyectos desarrollados a través de la Unión de Comunidades productoras Forestales y Agropecuarias Zapoteca-Chinanteca (Uzachi), constituida por tres comunidades zapotecas y una chinanteca, todas en la Sierra Norte.

Aunque con algunas bajas a lo largo de sus 28 años de historia, la trayectoria de Uzachi en las comunidades comprende el cultivo de sus bosques, un aserradero comunitario, la instalación de viveros para la conservación de sus bosques, el ecoturismo, la producción de resina de pino, y un proyecto para la conservación y aprovechamiento del venado, entre otras actividades.

Bajo un esquema similar se encuentran los Pueblos Mancomunados -también en la Sierra Norte-, en los que se integran ocho municipios de esta misma Sierra: Benito Juárez, La Nevería, Cuajimoloyas, Llano Grande, Latuvi, Lachatao, Amatlán y Yavesía, quienes conviven en un territorio común de 29 mil hectáreas de bosque.

Es en los años setenta, tras la explotación desmedida de una empresa maderera española en su territorio, que estos pueblos deciden aliarse para conservar y aprovechar sus propios recursos.

Para ello, establecen un aserradero propio bajo estrictos principios de uso sustentable de sus bosques, reconocidos por la WWF como los de mayor biodiversidad en el mundo.

Según refirió Ricardo Ramírez, la alianza de estos pueblos tiene como fin expandir sus oportunidades de mercado, como es el caso de la Integradora Comunal Forestal (Icofosa) encabezada por Ixtlán de Juárez, Textitlán y Pueblos Mancomunados, quienes poseen los derechos de "Tip Muebles", con al menos tres sucursales en la capital del estado.

"Quien adquiera los muebles o madera producida por estas comunidades, no sólo está adquiriendo una pieza de calidad y de legítima madera, también contribuye a que no se destruyan los bosques, a garantizar su conservación y generar beneficios colectivos para mejorar la calidad de vida de las comunidades que la producen", defendió el especialista.

Estos modelos exitosos, agregó, se comienzan a replicar en muchas otras comunidades, donde gracias a la enseñanza que ha dejado el trabajo de comunidades como Ixtlán, los tiempos para consolidar estos proyectos de manejo sustentable se acortan hasta periodos de cinco años.

Aunque un número importante de comunidades han elegido el cultivo de sus bosques como el inicio de su cadena productiva, lo cierto es que de acuerdo con la Conafor, cualquier municipio es susceptible de desarrollar productos no maderables, es decir, un producto o servicio que no esté relacionado con la extracción de madera.

"Basta tener algo qué mostrar y las ganas de potenciar su capital social en beneficio de toda la comunidad para aprovechar de manera sustentable un ecosistema, cualquiera que éste sea",  argumentó.

De esta forma, agregó, en la Cuenca del Papaloapan y las regiones Costa y Mixteca se empiezan a entretejer redes de ecoturismo que impulsan las propias comunidades rurales, quienes no sólo desean acceder a una mejor vida para sus habitantes, sino desean conservar su patrimonio natural.

"En la Conafor, pretendemos fortalecer los esquemas de servicios ambientales y crear todo un mercado en ese sentido, sin embargo, es muy difícil, dado que las personas que se ubican en la parte baja de la cuenca, no logran reconocer este esfuerzo que hacen las comunidades para poder preservar estos recursos", defendió.

Asimismo, puntualizó, es necesario avanzar en el mercado através de campañas publicitarias ambiciosas que promocionen los productos que se derivan de todo este aprovechamiento, pues hasta el momento la comercialización es limitada.

De esta forma, las comunidades indígenas en el estado, luchan desde el seno de sus ecosistemas a fin de conservar y perpetuar el legado natural heredado por sus ancestros, al tiempo que se integran con sus propios valores a un mundo competitivo y de libre mercado.