La pobreza y las desigualdades sociales, a debate en Davos

La presencia de un famoso de Hollywood en el Foro Económico Mundial de Davos es algo tan habitual como la nieve o las fiestas con champaña: este año será Matt Damon, que recibirá un premio honorífico por su compromiso con el acceso al agua potable de los más pobres.

Y es que pocos se ajustan más al debate de este año en el Foro Economico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) que una de las últimas películas de Damon, "Elysium". La historia transcurre en el año 2145 y cuenta cómo los más ricos se mudan a la estación espacial "Elysium", mientras que el resto de la gente trabaja en una Tierra inhóspita.

¿Una visión exageradamente pesimista del futuro o una proyección cercana a la realidad? Cientos de expertos alertaron en el informe de riesgos de este año del Foro que el "peligro cercano más probable" es la ampliación de la brecha entre ricos y pobres, que podría derivar en graves fracturas sociales.

Actualmente hay 202 millones de desocupados en el mundo, cinco millones más que hace un año, reveló la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Davos, que advirtió que si el crecimiento económico no se acelera notablemente, la cifra de personas sin trabajo se ubicará en los 215 millones en 2018.

Lo que preocupa especialmente es la magnitud del desempleo juvenil. En Davos se habla incluso de "una generación totalmente perdida".

La organización humanitaria Oxfam considera que la principal causa de esta situación es la desigualdad. En muchos países las elites prósperas "influyen en política para su propio beneficio y manipulan las reglas de juego económicas para lograr sus objetivos", indicó el informe de Oxfam realizado para el encuentro en Davos.

"Si no luchamos concretamente contra esta desigualdad, los privilegios y las discriminaciones se transmitirán de generación en generación", asegura la directora ejecutiva de Oxfam, Winnie Byanyima. "En demasiados países el crecimiento económico funciona de acuerdo con el principio de 'el ganador se lo lleva todo'", añadió.

Datos estadísticos de la Universidad de California en Berkeley y de la Escuela de Economía de París mostraron que en 2012 en Estados Unidos, la mayor potencia económica del mundo, un diez por ciento de la población se quedaba con el 50 por ciento de los ingresos totales, la mayor brecha desde 1917.

"Me temo que tenemos un problema político", dijo Thomas Piketty, co-autor del estudio, en el suplemento especial "Davos 2014" del diario "The Wall Street Journal". "Tarde o temprano la clase media de los países ricos también se opondrá a la globalización", indicó, y apuntó que la disparidad de ingresos es aún mayor en los países más pobres.

Uno de los que más advierte de los peligros de la pobreza y la desigualdad es el papa Francisco. Para que su mensaje cale hondo en los líderes políticos y empresariales congregados en Davos, hizo que su enviado, el cardenal Peter Turkson, lo leyera públicamente: los poderosos tienen "una clara responsabilidad frente a los demás, sobre todo frente a aquellos que son más débiles, frágiles o vulnerables". Debe garantizarse que "el bienestar sirva a la humanidad, en lugar de dominarla", añadió.

La manera de lograr este objetivo tiene sin embargo distintas variantes para los participantes del Foro en Davos. "El mundo necesita un aumento salarial", considera Phillips Jennings, jefe de la federación sindical UNI Global Union, que representa a 20 millones de trabajadores en 150 países. Su lógica es que a mayores sueldos, más consumo, más demanda, más crecimiento.

Hay muchos economistas que respaldan esta visión. Pero también está la escuela de los que abogan por la economía de mercado. Para la presidenta de Corea del Sur, Park Geun Hye, por ejemplo, el que quiera lograr el crecimiento y bienestar para todos debe ocuparse de que "el empresariado pueda desarrollarse libremente".