El día que acabó la II Guerra Mundial se celebra en EE. UU. e ignora en Japón

Pocos nipones recuerdan el significado histórico del 2 de septiembre, fecha en la que hace hoy 75 años el país firmó oficialmente su rendición en la II Guerra Mundial y que en Estados Unidos se celebra como Día de la Victoria sobre Japón.

Etiquetas: 

La efeméride pasa cada año desapercibida en el país asiático, donde la conmemoración central del fin del conflicto bélico internacional se celebra el 15 de agosto, tras las ceremonias en homenaje a las víctimas de los bombardeos atómicos de Hiroshima y de Nagasaki.

Estados Unidos, en cambio, recuerda este acontecimiento histórico como Día de la Victoria sobre Japón o como Día del Final de la Guerra, aunque estas celebraciones se entremezclan con las del 14 de agosto, cuando Tokio anunció su capitulación incondicional -según horario estadounidense- antes de ratificarla formalmente.

UNA FECHA POCO HONORABLE PARA JAPÓN

En la mañana del 2 de septiembre de 1945, el Japón Imperial selló su rendición bajo los términos impuestos por los aliados a bordo del acorazado estadounidense "USS Missouri", atracado en la bahía de Tokio, un momento captado en imágenes que dieron la vuelta al mundo.

El ministro nipón de Exteriores, Mamoru Shigemitsu, fue quien estampó su firma en el Acta de Rendición en nombre del emperador Hirohito, y como cabeza de una delegación diplomática y militar japonesa que acudió a la cubierta del "USS Missouri" rodeado de una abrumadora mayoría de representantes castrenses de EE. UU. y sus aliados.

"No es un día que pueda ser recordado con orgullo en Japón", explica a Efe el historiador Jeff Kingston, director de Estudios Asiáticos de la Universidad Temple de Japón.

"Es un acontecimiento ignorado colectivamente y del que no se quiere hablar demasiado", señala este escritor y académico estadounidense, quien añade que "todas las sociedades tienen sus tabúes".

"El 15 de agosto es el día en que recordamos el final de la guerra y a las víctimas, pero el 2 de septiembre no me dice nada", dice por su parte Tomomi Nakamura, una tokiota de 38 años a quien "le suena" la famosa fotografía a bordo del acorazado estadoundiense aunque no logra ubicarla demasiado.

Mientras, en Hawái (EE. UU.) se celebran varios eventos estos días para conmemorar los 75 años de la capitulación nipona, que incluyen desfiles militares, exhibiciones aéreas y una ceremonia con participación de veteranos de guerra que asistieron al evento histórico en el "USS Missouri", buque que también será parte de las celebraciones.

AUGE REVISIONISTA

El 15 de agosto, la fecha que se conmemora de forma solemne en Japón y en la que Hirohito comunicó a sus súbditos que el país abandonaba la guerra, ha estado acompañada de polémica en los últimos años debido a las heridas que siguen abiertas entre los países que sufrieron el colonialismo nipón.

En todos sus discursos pronunciados en este acto desde 2013, el primer ministro nipón, Shinzo Abe, ha evitado pronunciar explícitamente muestras de arrepentimiento por las agresiones bélicas a países vecinos, a diferencia de lo que hicieron sus predecesores desde 1994.

Abe, en cambio, nunca ha fallado en estas fechas marcadas a la hora de enviar ofrendas al controvertido santuario sintoísta de Yasukuni, donde se honra a todos los japoneses caídos en combate entre finales del siglo XIX y 1945, entre ellos criminales de guerra.

Estos gestos irritan a China y a Corea del Sur, contrastan con el tono pacifista y conciliador que han mantenido el emperador Akihito y su sucesor, Naruhito, y se desmarcan de una corriente iniciada hace dos décadas en Japón para abordar sin ambages los aspectos más oscuros de la historia nacional.

"El revisionismo del partido gobernante de Abe domina la percepción actual de la historia en Japón", afirma el antes citado Kingston.

Esa corriente conservadora "apenas es refutada" en el país asiático y "evita profundizar en los momentos más delicados como la responsabilidad de la élite política y militar nipona en la guerra", subraya el académico.

Los revisionistas nipones creen que Japón fue "injustamente vilipendiado" y que en la historia se han destacado demasiado "las cosas negativas con cierto masoquismo", por lo que aspiran ahora a "rehabilitar el legado de los caídos, honrar lo que hicieron por su patria y alimentar el orgullo de las generaciones jóvenes", añade.

CLAROSCUROS AL FINAL DE LA GUERRA

Japón se vio forzado a capitular tras el lanzamiento de las dos bombas atómicas por parte de Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki, a lo que se sumó la declaración de guerra de Rusia, aunque no comunicó su decisión de aceptar los términos de los aliados hasta cinco días después del segundo ataque nuclear.

Entre el bombardeo sobre Nagasaki del 9 de agosto de 1945 y el anuncio radiofónico realizado por el emperador Hirohito el 15 de ese mismo mes transcurrieron jornadas cargadas de tensión tanto para las fuerzas aliadas como para la cúpula militar y política nipona.

Mientras se agotaba la paciencia de Estados Unidos, que llegó a plantearse lanzar otro artefacto nuclear sobre el Palacio Imperial de Tokio, el gabinete de Gobierno nipón deliberaba sobre si debía plegarse a las demandas de sus enemigos o continuar luchando hasta el último hombre en su propio territorio.

Los líderes políticos y militares nipones solo aceptaron a regañadientes la rendición cuando el emperador Hirohito les manifestó su deseo de abandonar la guerra, según los historiadores japoneses.

De los días finales de la guerra, lo que más perdura en la memoria colectiva japonesa es la alocución radiada de Hirohito en la que llamó a su pueblo a "sufrir lo insufrible", a pesar de la ambigüedad de un discurso donde no mencionó directamente la rendición y de que su lenguaje formal era ininteligible para muchos nipones.