La posición de América Latina en el mundo se está fortaleciendo, especialmente ahora que Estados Unidos, y sobre todo Europa, afrontan graves problemas económicos.
Pero a diferencia del Viejo Continente, la región carece de un modelo político y económico homogéneo en los 33 países que la integran (toda América, con la excepción de Estados Unidos y Canadá).
Existe una especie de "Latinoamérica a dos velocidades" como ponen de manifiesto las diferencias políticas y económicas entre el primer país que dirigió la Celac (Venezuela) y el que la preside en la actualidad (Chile).
En el propio momento de su génesis, en diciembre de 2011 en Caracas, algunos presidentes, como el anfitrión Hugo Chávez, lanzaron sin tapujos el desafío de convertir al mecanismo en un sustituto de la Organización de Estados Americanos (OEA), dejando claras sus intenciones de que la Celac tuviera un papel más político en el ámbito regional.
Con más o menos fervor se sumaron a esa idea los países de la Alianza Bolivariana para las Américas (Alba), especialmente Ecuador, mientras que México defendía que la Celac se centrara en "la cooperación y el diálogo complementarios" y Costa Rica rechazaba de plano la sustitución de la OEA.
Como heredera del Grupo de Río, único mecanismo internacional regional al que pertenece Cuba, la Celac también ha servido de púlpito para reclamar a Estados Unidos la normalización de las relaciones con Cuba, país que asumirá la presidencia pro témpore a partir de la próxima cumbre, que se celebrará el 28 de enero en Santiago.
Desde la constitución del organismo, Cuba se ha mostrado como una firme defensora de la Celac, convencida de que ofrece la oportunidad de "aunar voluntades" en busca del desarrollo regional, a pesar de que los Gobiernos de los países miembros no exhiban un ideario homogéneo.
Hace un año en Caracas, el presidente cubano, Raúl Castro, destacaba la fortaleza regional frente a "la crisis global", pero advertía de las "deformaciones que obstaculizan el desarrollo", como la pobreza y el desigual reparto de la riqueza.
Y dos semanas atrás, durante la XXII Cumbre Iberoamericana, celebrada en Cádiz, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, subrayó que América Latina concurre hoy al escenario mundial con una elevada población, importantes recursos naturales y como un actor independiente,
La determinación de construir un destino común se topa, sin embargo, con el atraso que todavía padecen amplias zonas y sectores sociales de la región.
Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) hecho publico días atrás, el número de personas que padecen hambre en América Latina y el Caribe se ha reducido de 65 a 49 millones en dos décadas.
Pero el descenso en los últimos años ha sido inferior al ritmo de crecimiento de la región, donde el problema no es la producción sino el acceso a los alimentos.
En la última década, la clase media en América Latina creció un 50 por ciento, y ahora representa el 30 por ciento de la población, según un informe difundido a mediados de noviembre por el Banco Mundial.
Este fenómeno, según los expertos, se debe al crecimiento económico y de la generación de empleos, pero para mantener estos avances -advierten- la región necesita adoptar reformas políticas en el ámbito del trabajo, la fiscalidad y la seguridad social.
"El crecimiento de la clase media en los últimos diez años tiene que ver con la dinámica de crecimiento y de la generación de empleos", aseguró Augusto De la Torre, economista jefe para América Latina del Banco Mundial.
Algunos países, como Chile, aspiran a dejar definitivamente atrás la pobreza y concluir la década formando parte del club de los países desarrollados.
En su calidad de presidente pro témpore de la Celac, el mandatario chileno, Sebastián Piñera, se reunió hace dos semanas en Bruselas con los presidentes de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso; del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, y del Parlamento Europeo, Martin Schulz.
Piñera planteó a las autoridades comunitarias el deseo de los países latinoamericanos de revisar su relación con Europa, a tenor de los cambios en la asociación entre ambos bloques.
Las transformaciones políticas y económicas experimentadas por los países latinoamericanos en la última década, los avances en la lucha contra la pobreza y la consolidación del desarrollo económico, en contraste con la crisis en el Viejo Continente, han favorecido el cambio en la relación entre ambos bloques.
Es por eso que en la I Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno Celac - UE, que se celebrará en Santiago los días 26 y 27 de enero próximo, América Latina aspira a sentar las bases de una nueva relación política y económica entre ambos bloques.
"América Latina está despertando, es el continente que está creciendo. Hemos recuperado la democracia y estamos reduciendo la pobreza y la desigualdad", asegura el actual presidente de la Celac.
La nueva realidad propicia este cambio porque -como dijo Piñera en una reciente entrevista con Efe- "Europa está en recesión y no está claro cuándo va a ser capaz de superarla".