El pasado 1 de marzo un avión ruso aterrizó en Bratislava, la capital de Eslovaquia, pese al cierre del espacio aéreo de la Unión Europea (UE) a las naves procedentes de Rusia por la invasión de Ucrania. La exención se debió a su preciado cargamento: combustible nuclear de la empresa estatal rusa Rosatom.
La otra gran dependencia energética europea: el combustible nuclear ruso
